37.- HUMORESQUE


Aquel humano
que lanzaba las saetas
para sostener el corazón del mundo
y apuntalar el cielo con propia estrella
en estado de emergencia,
no está con sus montañas presto.

Hoy más tardío que nunca
de sus ojos fijos ya se ocupan
las bombillas que iluminan a la par
de su crepúsculo.

Ellas son las de la plaza y del silencio
alejando de su pupa a cada niño
de su miedo y su esqueleto.
Acercando a propia tumba a cada anciano
sentado al compás de cada puerta.

Aquel humano que yo era
ya no está con vena abierta
ni potente en su atalaya;
permanece en estado de emergencia
y permanece pro lisiado y sin ofertas
sin ángeles custodios permanece
minusválido, confuso
y como siempre mal hallado.

Después de todo
cuando ya partieron todos
sin valor
sin sábanas nupciales
sin rabia
pequeño y consternado
aquel humano que yo era
permanece en propia arruga para siempre
bajo el nivel de piso terminado.