32.- (JOSE AGUSTIN)


Y más acá la vena
ventosa al cráneo casi desnuda
como hija de la sal, desamparada
ora boquiabierta,
tronada sin aliento
sobre la encalada piedra réquiem de mi arcángel
estampido tiro,
ora pupa
bajo la sombra titilante del ciprés
ora padre nuestro.

Sin alimento purgando su propio turbio
de los hijos que le viven todavía

Sin honrar
la perforada sien
y el agujero familiar de culpas
desangrando en cada uno.