El olvido según Borges
es forma de la memoria
donde se quema la caricia padre
la incombustible madre
que no depone su actitud
y se descompone abuela, hermana una, hermana dos.
Se deshace el amigo al que juré.
El olvido de mi locomotora de lata se desarma
en el alba de las primeras trampas.
El olvido que depone ademanes de la hembra,
pero de la hembra hembra
esa que te olvidó primero,
es un mal hábito
que desordena las fronteras cuando reza:
“el olvido rotundo me desbesa
hebra por hebra”.
Es un mal hábito el olvido,
puesto que me olvido de perdones y mis culpas.
Olvido en paz y mano a mano con aquellos,
a pesar de ser muy mala esta rutina.
Olvido los otoños y me desarbolo
de las hojas, los caminos y mis hijos.
De todos los olvidos que recuerdo ahora;
el olvido de la primera eucaristía
y mis promesas oficiales
es el que más me duele ahora
a pesar de que olvidé por donde me dolía.
Olvido la distancia contundente que te impuse
y la distancia, hoy lo sé, son tus huellas que deshice
a pesar de que eran muy pocas cicatrices.
Olvido quien me llama al nido
y desanido mis umbrales de salida, sus plumas y corazas
Me olvido de la plebe y de sus lazos,
por ello me descoso y me desato
de banderas y pancartas.
Olvido mi destino
y el corazón que me lastima el brazo.
Olvido como dar un paso. Subir los párpados.
Olvido que hago aquí con el techo sobre el pecho
y no recuerdo cómo
me acosa y desabraza esta falta de memoria,
pero creo que recuerdo
por donde viene el miedo. . .